El Romanticismo en Ciudad Inmortal

Para el que todavía no se haya percatado, Ciudad Inmortal es un cómic histórico y de ficción claramente inspirado en el romanticismo; desde sus personajes, hasta su historia y estética. Y es que éste fue sin duda el movimiento cultural más revolucionario del siglo XIX. No confundir con romántico, ya que el romanticismo hace alusión a muchísimos más elementos que meros temas amorosos.

Si bien esta corriente artística, que abarca pintura, literatura y música, nace en el siglo XVIII, se consolida claramente en la primera década del siguiente siglo, siendo su época dorada de 1820 a 1850. Tan fuerte fue su influencia, que dejó su esencia en muchos estilos posteriores.

«La libertad guiando al pueblo», de Delacroix. Uno de los cuadros más representativos del romanticismo.

Nos encanta este estilo, y al ser tan importante para este cómic queremos dedicarle varios post. Hoy nos centramos en la pintura, de gran referencia para las ilustraciones de Alfonso Miguel Sánchez.

Esta corriente artística nace con afán de revolución, puesto que sus seguidores o practicantes estaban en contra, o más bien criticaban, el estilo imperante de entonces; el Neoclasicismo, heredero de la Ilustración.

En Ciudad Inmortal no se abandona ese espíritu revolucionario; los zaragozanos se revelan ante la invasión francesa.

El neoclasicismo se inspiraba en la época Clásica (Grecia y Roma), de donde asumieron equilibrio y sencillez en sus obras

¿Cuáles son las características esenciales del romanticismo? Para los románticos, todo era demasiado racional, y las normas, estereotipadas.

El pintor quiere escapar de su presente y prefiere el pasado. Los sentimientos están por encima de la razón, y predomina el individualismo, y por lo tanto, la subjetividad.

Muchos de los personajes de Ciudad Inmortal poseen un gran mundo interior, lo que lleva a tener una personalidad compleja y, a veces, ambigua. Con el individualismo, el «yo» es predominante, causa por la que veremos a muchos personajes defender sus intereses personales, antes que el bien grupal.

Durante el tiempo que el romanticismo fue popular, fueron numerosas las pinturas de paisajes, debido a una concepción propia y especial de la Naturaleza. Destacan los lugares abandonados, como cementerios o edificios en ruinas (y bien en ruinas quedó Zaragoza, tras el último asedio de las tropas napoleónicas).

Mientras sus contemporáneos ponían su mirada en la Grecia Clásica (neoclasicismo), los románticos pintaban sobre la Edad Media; la época de caballeros y doncellas. Eran artistas que valoraban las tradiciones culturales, pero que, como hemos dicho, no les gustaban las normas que enseñaban en las academias.

«El caminante sobre mar de nubes» de David Friedrich

En cada país, el romanticismo tejió sus propias particularidades, aunque su lugar de origen es Inglaterra, de donde pasó a Alemania. Algunos de sus artistas más notables fueron Thomas Girtin, David Fiedrich, Antoine Jean Gros, Delacroix, Turner, Constable, Spitzweg, Thomas Cole, o Alexander Andreyevich Ivanov ¿Podéis acordaros de una figura clave de este movimiento en España? ¡Por supuesto, Goya!

«La maja desnuda» de Goya

En la segunda mitad del siglo XIX, cuando ya el romanticismo se estaba disipando, nacieron corrientes inspiradas por él, como el decadentismo, que criticaba la moral y costumbres burguesas, evadiéndose de la realidad y rebuscando en el inconsciente y la sensibilidad. También la hermandad prerrafaelita o prerrafaelismo, centrada en expresar ideas auténticas y sinceras, buscando la perfección y estudiando la naturaleza.

Cuadro de John William Waterhouse, de la corriente prerrafaelita

El romántico es sentimental, un alma inquieta, un nostálgico…alguien que busca lo auténtico. Si eres uno de ellos, y además un ávido lector, te invitamos a leer Ciudad Inmortal.